- Tratamiento.
¡No se te ocurra apretarte los granitos! En lugar de esa mala costumbre tenés que parender a tratarlos. Por eso, lo mejor es aplicar en cada lesión un gel que actúe directamente sobre los granitos formando un parche invisible, que ayuda a reducirlos y atenuar el enrojecimiento. Además, controla las bacterias previniendo rebrotes.
- Higiene.
Los brotes y las marquitas que dejan los granitos hacen que tu piel parezca manchada y opaca; por eso la higiene con un jabón de microesferas exfoliantes es un paso fundamental, ya que desobstruye los poros, elimina en profundidad las células muertas e impurezas, y retarda la sensación de grasitud.
- Prevención.
¡No permitas que el acné arruine tu piel! Todas las noches antes de acostarte, colocá un gel con ácido salicíto que actúe mientras dormís. ¡A la mañana siguiente vas a notar tu tez resplandeciente, descanzada y sin rastros de oleosidad!
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